miércoles, 19 de diciembre de 2007

CÓMO ME CONVERTÍ EN PUTA , RAMERA

Yo era una chica de provincia, como tantas otras, que llega a Madrid para estudiar. Tenía claro mi objetivo porque me gustaba escribir. No quería quedarme en currinche y venía por una graduación. Con ilusión, empeño y entrega pasé los tres años en la Escuela Oficial de Periodismo, al tiempo que iba merodeando por aquí y por allí para meter cabeza en alguna redacción. Tuve suerte porque el mismo año que terminé la carrera empecé a trabajar en YA y allí me quedé muchos años y me forjé como verdadera periodista.
Allí practiqué y desarrollé ese periodismo participativo que siempre me ha identificado y que definí en mi tesis doctoral. En esos años conseguí hacerme con un buen currículum. En verdad estaba satisfecha. Realmente con mi periodismo participativo "intervenía" en la vida pública, accionaba más de una vez la palanca en la vida social a través de la información, de la gestión, de la investigación de una causa. Ahí están las hemerotecas que lo atestiguan en el trabajo informativo de Madrid y ahí queda también la amplia intervención que, recaudando información, utilizando contactos, tuve en los momentos más estelares y cruciales de la transición.
GALERÍA DE RETRATOS (1969-1984)


*Recepción en el Ayuntamiento con S. M. Don Juan Carlos I y Ramlho Eanes, Presidente de Portugal.
*La Reina Doña Sofía.
*Presidentes de Gobierno: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González.


















*Vicepresidente: Alfonso Guerra.
*Ministros: Javier Solana, Iñigo Cavero, Fernández Ordoñez, Joaquín Garrigues, Vicente Morte, José Lledó, Antonio Valdés.
*Diputado: Santiago Carrillo.
*Director General de Carreteras: Enrique Aldama.









*Alcaldes: Carlos Arias, Juan Arespacochaga, Enrique Tierno
Así de satisfecha estaba cuando un día que tenía entre mis manos el diccionario de la RAE, -la décimo novena edición, publicada en 1970-, instrumento de consulta para mí cotidiano, me saltó a la vista la acepción hombre público: el que interviene públicamente en los negocios políticos. Teniendo en cuenta la novena acepción, en esa misma edición del diccionario, de político, política: Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo; vine en creer que, por igualdad, me estaba convirtiendo en una mujer pública.
Desde que ejercí el periodismo y con anterioridad, ya había probado el machismo, las cortapisas a la mujer, la necesidad de demostrar cada gramo de inteligencia y eficacia y todas esas cosas que venimos en padecer las mujeres en una sociedad hecha por y para los hombres.
Desde aquella llamada de atención del policía municipal, -antes se les llamaban guindillas y después pitufos-, en la que subí al paso de Cuatro Caminos en construcción (1969) , -ahora derribado-, con los ingenieros de la obra y se nos impidió el paso porque: "Como viene la señora..."; a la grotesca comida que tuve en el Club Financiero Génova, que ahora ha cumplido su XXXV aniversario, a donde me llevó un socio fundador para que conociera la realización y tuvieron que habilitarnos un comedor apartado de los restantes, lo que me llevó a escribir en YA, (5 de junio de 1976), un comentario en mi columna "Madrid, Plaza Universal" titulado: "A la mujer hay que echarle de comer aparte".
En verdad que había conseguido algunos triunfos como ser la primera mujer que se sentó como redactora de mesa en ABC en el verano de 1963, cuando hice las prácticas y firmé como tal algunos artículos, o ser la primera mujer en el diario YA, finales de los años sesenta, que bajó a talleres para hacer el cierre de madrugada, de la edición de mañana. Más de una vez, dentro de mi actividad para ejercer el periodismo participativo, si acompañaba a un alcalde, se me tomaba por la alcaldesa consorte; si a un gobernador, por la gobernadora igualmente consorte.
Ingenua de mí, fuí a buscar en el vocablo mujer la acepción de pública y me encontré que la mujer pública es simple y llanamente: puta, ramera. Así expresado en aquella edición del diccionario de la Academia, que Fija Limpia y Da Esplendor a la Lengua Española: mundana, pérdida o pública, ramera.
En aquella edición, ramera: Mujer que hace ganancia de su cuerpo, entregada vilmente al vicio de la lascivia. Resultando ser puta: Prostituta, ramera, mujer pública. Y prostituta: mujer pública, ramera.
Después de tanto estudiar, trabajar, tener un considerable currículum y un reconocimiento en la sociedad, sólo había conseguido ser puta y ramera, aquello contra lo que me habían vacunado a fuego, como quien imprime un hierro sobre el pelillo de la dehesa, antes de salir del seno familiar.
Había olvidado la propia historia de la Real Academia. Había olvidado el paso por la institución de Alejandro Pidal; perteneciente a otras Reales Academias; embajador en la Santa Sede; presidente por tres veces del Congreso de los Diputados; ministro de Fomento, cuando tenía a su cargo la educación, quien blandió un acuerdo que no permitía la admisión de las mujeres en la institución. Impidió el acceso a Gertrudis Gómez Avellaneda y a Emilia Pardo Bazán. Le correspondió leer al académico, en 1905, en la conmemoración del Quijote, un discurso inconcluso, por su fallecimiento, del escritor gallego, Juan Varela, quien también había dejado un opúsculo contra la Pardo Bazán: "Las mujeres y las Academias", firmado "valientemente" con seudónimo, Eleutoro Fylogino: "Si un académico se fijase en la contemplación de la hermosura animada y semoviente ¿no se distraería de las reglas de la prosodia y la sintaxis?"
Aunque en honor a la verdad, hay que decir que tanto al hijo del primer marqués de Pidal, que tenía por lema: "Querer lo que se debe, hacer lo que se puede", como al escritor gallego, se les había adelantado por razón de calendario, un siglo antes, el XVIII, María Isidra de Guzmán y de la Cerda, que en 1784 fue nombrada académica honoraria, consecuencia de la amistad de su familia, marqueses de Montealegre y conde de Oñate con Carlos III. La ilustre académica, a juzgar por sus apellidos, había pasado por la Universidad de Alcalá de Henares. Pero, tras contraer nupcias, marchó a Sevilla a ocuparse, en la ciudad hispalense, de la casa, obligada y exclusiva finalidad de la mujer para los machistas de antes y de ahora.
Qué podía esperar si tampoco tuvo acceso a la Real Academia, con posterioridad, María Moliner, pese a su diccionario. Diccionario en el que la autora no se atrevió a irrumpir dando una nueva acepción al apartado mujer pública, pues algo de intervención activa tuvo en la política con su obra, quedándose con lo de Mujer pública [del punto o de la vida]. Prostituta. Y así permaneció también cuando treinta y dos años después, en 1998, se llevó a cabo la segunda edición.
Intentando recuperar mi dignidad, en más de una ocasión me he ocupado en revisar una y otra edición de distintos diccionarios. Desde el más antiguo hallado en la biblioteca de mi casa, de 1918, que en la tercera acepción de mujer dice: del arte, de la vida airada, del partido, de mala vida, de mal vivir, mundana, perdida o pública. Ramera. Y del hombre público: El que interviene públicamente en los negocios políticos.
Desde aquel primer encuentro con mi situación de puta y ramera, casi tuvo que pasar una década, pues fue en enero de 1979, para que ingresara Carmen Conde en la RAE, la primera mujer, ya en tiempos de democracia. Luego, Elena Quiroga, la dos fallecidas. Con posterioridad ingresó Ana María Matute, que ocupa el sillón K mayúscula. Dentro aún del pasado siglo, año 2000, ingresó Carmen Iglesias, que ocupa el sillón E mayúscula. En total cuatro mujeres que son públicas por su participación e intervención en nuestra sociedad, y que la Docta Casa, al no haber rectificado ni un ápice, ni actualizado la acepción de mujer pública, pese a estar ya en el siglo XXI, lleva a la más lamentable confusión.
En la década de los noventa del pasado siglo, comenté el tema en más de una ocasión con académicos como Laín Entralgo o Martín Municio; también con Ansón cuando fue nombrado académico, y con Rafael Alvarado Ballester, que ocupó el sillón m minúscula, de mujer, de 1982 a 2001.
IMÁGENES:(1973-1995)
*Doctorado por la Complutense
*Presentación del libro: El Madrid de Juan Carlos I
*Premio de novela Círculo Mercantil
*En el Congreso, primera reunión sobre la Autonomía de Madrid
*San Martín de Valdeiglesia: Visita futuro vertedero
*La Défense, París
*Enric Massó, alcalde de Barcelona
*Pinar de Valsaín, Segovia
*Fernando Lázaro Carreter, Director de la RAE y Jaime Blanco, Presidente Colegio Administradores de Fincas, miembro benefactor.

Llegó con el siglo, en 2001, la vigente edición del diccionario de nuestra lengua, la vigésimo segunda. Se operan algunos cambios. En la definición del vocablo mujer encontramos cuatro veces la palabra PROSTITUTA, que en la edición de 1970 no aparecía. En la acepción perdida o pública, la mujer continua siendo prostituta.
Desde la edición de 2001, prostituta: Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. Ramera: Mujer cuyo oficio es la relación carnal con hombres. Puta: Prostituta. Conclusión, la mujer pública siempre puta, ramera, prostituta.
Desde el día que, gracias al diccionario, me enteré que soy puta, ramera, no he llegado a comprender que los grupos feministas; las académicas; incluso las mujeres inmersas en política, porque también queda mal parada la mujer de partido, considerada de partido o de punto; el Instituto de la Mujer y aquel libro que se refería concretamente al trato en el diccionario; algunas reuniones Congreso-Real Academia... incluso para dejar a la mujer bien definida ante la violencia de género, no hayan terminado con este machismo académico.
Comprendo, como me dijo Rafael Alvarado, que se trata de algo muy arraigado, tanto como el vicio más antiguo de la humanidad, pero tendrán que convenir conmigo, que en mujer pública se puede añadir otra definición que venga en decir que, una vez la incorporación de la mujer a la sociedad y su desarrollo, también es mujer pública, aquella que como el hombre público es: la que interviene públicamente en los negocios políticos. Ahora que se prepara la vigésimo tercera edición del diccionario, en la que se están incluyendo sin prejuicios algunos vocablos como: perder... aceite, ir de culo, entre otros, me pregunto si tendrá esa "valentía".
Como me considero mujer pública por cuanto soy activa dentro de la sociedad y he dado algunos pasos en favor de esa integración de la mujer en la misma, cuando la vigésimo segunda edición del diccionario me ratificó como puta, ramera, decidí integrarme en el grupo de chulo y meretrices, en la recreación que en la Plaza Mayor hizo el Canal de Isabel II el 27 julio 2001, para conmemorar el CL aniversario de la traída del agua del Lozoya desde la sierra, allá en el Pontón de la Oliva, a 77 kilómetro de la Villa.
Para retrotraer el ambiente a 1851, año en que se firmó el decreto para realizar las pertinentes obras, que el codiciado líquido llegó en 1858, se compartió la Plaza Mayor en varios escenarios. Zona de juegos, calle de artesanos, jardines de Palacio, Corrala, café de la época... Distintos actores encarnaron diferentes personajes. Pregoneros; alguaciles; amas de cría; damas de la alta sociedad; nobles; militares; artesanos; picapedreros; herreros; segadores; cojos; ciegos; pícaros; aguadores con burrillos con sus cerones y botijos de la época con agua de cebada, azucarillos, limonada y hasta con anís, como era el caso de Alvarito, un burrillo venido de Zamora. Y allí decidí situarme donde me manda el diccionario de la Real Academia de la Lengua, con el chulo y las meretrices.

jueves, 18 de octubre de 2007

PERIODISMO PARTICIPATIVO

En su función social provoca, insinúa, media y apoya realizaciones de interés común


Las fotos recogen algunas imágenes de ese periodismo participativo que acepta la denuncia ciudadana y que interviene y vigila las realizaciones, que en muchos casos exige tiempo y constancia.
*Carabanchel, plaza de Cantoria, un montículo que se convirtió en zona estancial (VII-1975; VII-1976).
*Plaza del Doctor Lozano en Vallecas, antes y después de su arreglo (XII-1973; VI-1975), se mejoró, con posterioridad,al desaparecer la torre de alta tensión.
*Derribo de la torre de alta tensión en la plaza de Lavapiés, lugar castizo de Madrid((VI-VII-1973).
*La farola, publicada en octubre de 1973, sirvió de testimonio a los vecinos cuando, septiembre 1982, el Ayuntamiento propuso edificar sobre el solar de la plaza de Aurora Boreal, antigua Plaza Mayor de Aravaca. La plaza se restauró.

El periodismo participativo entiende la información, también el comentario, como un servicio a la sociedad, adquiriendo un impulso y mensaje especial. Por ello en la información, en la investigación, en la proyección es obligado estar cerca del hombre y sus problemas, de la sociedad y su desarrollo. El hombre como destinatario y fuente de la información adquiere una amplia dimensión al intervenir, al encontrar una interconexión, al participar.
Así he ejercido mi profesión, dentro de un periodismo tradicional con sistemas y medios analógicos, donde la crónica, la investigación y la actualidad se aliaron para llegar a la sociedad y sus problemas, para llegar al hombre inmerso en ella. Al hombre anónimo y ciudadano que participa.
Es el periodismo participativo que definí en mi tesis doctoral en la Complutense hace algunos años, corría aún el pasado siglo, aunque ya había doblado su mitad y caminaba con ilusión hacia esa fecha que nos parecía emblemática del 2000. Corría el año de 1986. Tesisi de la que hice entrega a S. M. Don Juan Carlos I en una audiencia privada. Aunque, a decir verdad, ese periodismo participativo, quiero decir, eso de provocar, insinuar, mediar y apoyar realizaciones de interés común, es la forma de trabajar que tuve, cada día, desde que entré en YA en septiembre 1964. Podía entonces resultar hasta extravagante en una chica, más, venida de provincia, de mi Huelva natal. Ese tipo de periodismo es el que también realicé, aún profana, currinche, en definición de la RAE, a orillas del Tinto y del Odiel.
Y era extravagante, osado, inusual, que subiera con unos ingenieros a las obras de un paso elevado como fue el caso de Cuatro Caminos; que recorriera las alcantarillas con un delegado de servicios del Ayuntamiento; que conociera el tráfico madrileño desde un coche patrulla con la policía municipal; que saliera con la guardia civil a carreteras; que visitara los barrios y los pueblos, guiada unas veces por concejales o alcaldes, otras, por vecinos o técnicos; que hiciera propuestas transferidas por el hombre anónimo o la sociedad comunitaria en las páginas del periódico... Propuestas y peticiones que vigilaba muy de cerca y hasta pidiendo mis derechos de primicia informativa, mientras seguía su curso en la administración o en la empresa privada.
Un periodismo participativo con el que llegué al ámbito político, de la Administración y las Instituciones en la transición y a la configuración del mapa de las Autonomías, teniendo siempre a Madrid como leit motiv.
Así "cayeron" sobre Madrid algunos beneficios de los que me siento profesionalmente orgullosa, como la declaración de Monumento de la Plaza Mayor; el reconocimiento de comarca de acción especial para la sierra pobre; la rectificación del nombre de Palos por el de Palos de la Frontera en los macros de la plaza de Colón, donde también los jardines recibieron el nombre del Descubrimiento propuesto en mi periódico; la restauración y recuperación de la vieja Plaza Mayor de Aravaca; la creación de plazas y jardines, que pedían los madrileños; las obras y reformas de poblados y barriadas; la retirada de columnas de alta tensión que denunciaban los vecinos; la incorporación en las páginas de Madrid de los pueblos de la provincia, sus problemas y sus gentes, con la apertura de la tribuna del público en los ayuntamientos, pueblos ignorados hasta entonces, muchos de ellos transformados ya en grandes ciudades... tantas cosas. Pequeñas mejoras, pequeños o grandes pálpitos ciudadanos que transfería el vecindario.
No pretende este blog una visión retrospectiva sino de futuro porque el periodismo, la información periodística, siempre debe mirar hacia adelante. Reflejo esos recuerdos porque, con los años y con la innovación tecnológica, con la informática, surge el periodismo 3.0, también denominado periodismo participativo, que socializa el periodismo en la red, el periodismo digital, del que se considera pionero a Dewey, por haber sido inspirador del llamado periodismo cívico, definido como periodismo democrático en la segunda década del pasado siglo. Un periodismo participativo que precisa de la intervención del ciudadano, activista de la información. "Tanto en el periodismo cívico como en la versión 3.0, -dice Juan Varela en 'Blogs'- anida la idea de que la información debe servir para actuar sobre la realidad, para enfrentarse a los desafíos y problemas de la vida más allá de la mera información, más allá del conocimiento" .
*Grabado de la Plaza Mayor de Madrid. En un artículo pu blicado en YA, 2 de septiembre de 1981, pide su declaración de monumento histórico artístico. El director general de Patrimonio, Javier Tusell, incoa expediente, BOE, 5 de octubre. Declarada monumento, 20 de febrero de 1985.


En las restantes fotos:
*El Príncipe Juan Carlos conoció in situ las obras de Madrid y mantuvo una charla con los informadores municipales, marzo de 1970.
*Entrevista con la Primera Unidad Femenina de la Policía Municipal de Madrid, abril de 1972.
*Fiesta vecinal en la Corra de Miguel Servet, verano de 1978, al inicio del expediente para conservar el edificio.
*Los niños también tienen su participación. Reunión, 1984, en la Asamblea de Madrid.
*La visita, a petición de YA a la Sierra Norte con el director general de Planes Provinciales, noviembre de 1981, agilizó el proyecto de Comarca de Acción Especial, que aprueba el Consejo de ministros, febrero de 1982. Reunión con la corporación de un municipio afectado.
*El periodismo participativo llegó a las provincias limítrofes, la Zona Centro. En la fotografía recorrido por la provincia de Toledo con el Presidente de la Diputación, José Finat Busto.
A decir de la blogosfera, término acuñado para definir el mundo de los blogs que surge muy a finales del pasado siglo, al término de la década de los noventa, este periodismo 3.0 aparece porque faltaba la gente en el trasiego informativo, faltaba participación y se busca en el mundo informático, donde la participación, la interconexión es esencial. Un término que tiene su raíz en la palabra logos: "Discurso que da razón a las cosas", según la RAE.
Mi blog no podía tener otro título que el de periodismo participativo aun cuando tengo otro dedicado a algunas de mis publicaciones, "Perricuchi" el "alma" de un perrito de peluche, el primero de ellos; "Madrid, Plaza Universal", el más reciente. Para mí resulta obligado seguir en este blog el periodismo que siempre ejercí y que puedo continuar y desarrollar en el ciberespacio intelectual de la blogosfera.